La pandemia del COVID-19 ha reconfigurado nuestra sociedad y nos ha afectado a todos en algún nivel. Uno de los aspectos más trágicos de las muertes ocurridas durante nuestras fases de cierre ha sido la imposibilidad de que las familias se reúnan para celebrar un servicio funerario y hacer el duelo juntas.
Las funerarias como Emucesa se han visto obligadas a adaptarse rápidamente a nuevas formas de atender a las familias. Esto ha llevado a un aumento de los servicios de cremación y a la aplicación de la tecnología para ofrecer la organización de funerales en línea, la presentación de documentos y la transmisión en directo de los servicios.
El sector funerario ha sido criticado anteriormente por su lentitud para adaptarse al cambio. Durante esta pandemia, muchas empresas funerarias tuvieron que cambiar rápidamente su estrategia comercial. Un sector que respondía lentamente a las nuevas tecnologías ha sido testigo de un crecimiento exponencial en la adopción de las mismas.
Índice de contenidos
¿Cómo ha repercutido COVID-19 en los servicios de las funerarias?
Distanciamiento social
El mayor impacto ha sido el del distanciamiento social. En muchos casos, esto ha impedido que se celebren servicios funerarios. Para otras familias, ha supuesto la difícil tarea de elegir a los seleccionados para asistir al limitado número de asistentes permitido en los servicios funerarios.
El duelo y la despedida afectan a todos de manera diferente. No poder ver físicamente a un ser querido para despedirse, o asistir a un servicio funerario, ha dejado a muchos familiares en duelo luchando aún más para asimilar una muerte.
El distanciamiento social es algo que ha cambiado la forma en que todos hacemos nuestra vida cotidiana. A mí me ha resultado extraño tener que dejar de abrazar a familiares y amigos. Y un funeral es el momento en el que más abrazamos a nuestro yo social y pretendemos impartir compasión mediante el tacto.
Retrasar los servicios
En algunas zonas, las funerarias y los crematorios se han visto tan desbordados por los casos de fallecimiento, que los servicios no han podido llevarse a cabo a tiempo. En lugar de poder organizar los servicios en los días siguientes al fallecimiento, las familias han tenido que esperar semanas antes de que su ser querido pudiera ser enterrado o incinerado.
Esto ha puesto en apuros a las funerarias para hacer frente al almacenamiento de los restos, ya sean restos embalsamados o refrigerados. Normalmente, la mayoría de las funerarias se ocupan de las disposiciones a medida que se producen y sólo tienen una capacidad limitada para almacenar los cuerpos. Algunas funerarias tuvieron que traer unidades de refrigeración móviles para ayudarles a hacer frente a las necesidades de almacenamiento adicionales. Evidentemente, esto aumentaba los gastos generales de la empresa funeraria sin la posibilidad de planificar la ampliación del almacenamiento.